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La seducción del Chiado

La seducción del Chiado

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Asentado sobre una de las colinas de la ciudad, el Chiado evoca el encanto burgués del siglo XIX en el que se desenvolvió. Aquí se ubicaba el centro cultural y social de la ciudad, en él se situaban la Opera de San Carlos, los Teatros de San Luis y de la Trindade, las librerías, los grandes almacenes de inspiración francesa e italiana que dictaban la moda, y los cafés restaurantes más elegantes y frecuentados de la ciudad, como A Brasileira.

Antiguamente era una de las salidas de la ciudad hacia las fincas y conventos de los alrededores. La plaza de las dos iglesias, la del Loreto y la de la Encarnación, todavía señalan la situación de la puerta de las viejas murallas, construidas en el siglo XIV por el rey D. Fernando y cuyos vestigios fueron integrados en algunos edificios de la zona. El nombre actual quedó plasmado en la historia del siglo XVI de Lisboa. Hay quién dice que es en recuerdo del poeta Antonio Ribeiro (1520-1591), homenajeado por una estatua en la Plaza, o en el de Gaspar Dias, propietario de un estanco en la Rua Paiva de Andrade, ambos conocidos por el apodo Chiado, que en el siglo XVI significaba astuto o malicioso.

Los límites del Chiado no están claramente definidos aunque podríamos decir que incluyen el Largo do Carmo, el eje marcado por la Rua Garrett, en la que se encuentra la Iglesia de los Mártires, el Largo de Camões y el Largo Trindade Coelho, donde está la Iglesia de San Roque. En dirección al río, cerca de la zona de los teatros, otro punto de interés: el Museo del Chiado.

En la madrugada del 25 de agosto de 1988, un incendio de enormes proporciones deflagró en los almacenes Grandella. Más de 1500 bomberos, 300 vehículos y 15 horas de esfuerzo para combatir las llamas no fueron suficientes para evitar la destrucción de parte de uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad. El plan de recuperación se confió al arquitecto Álvaro Siza Viera, Premio Europa de Arquitectura, quién respetando el ambiente histórico y arquitectónico de la zona, mantuvo la fisonomía pombalina de finales del siglo XVIII en el trazo exterior de los edificios, si bien dotándoles de instalaciones modernas en el interior. La población de Lisboa tuvo así la satisfacción de ver ´su´ Chiado recuperado.

El barrio es más bien pequeño y se puede recorrer perfectamente a pié. El placer de observar el encanto de sus establecimientos comerciales, algunos centenarios, y de entrar en los cafés para una pausa, recompensará cualquier esfuerzo.

Si se queda una noche, entre en el vecino Barrio Alto. En sus callejuelas repletas de bares y restaurantes para todos los gustos, el Barrio Alto es uno de los lugares de diversión nocturna más frecuentados de Lisboa.


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