Fado, música del mundo y patrimonio de la Humanidad

Un chal, una guitarra portuguesa, una voz y mucho sentimiento. Símbolo de Portugal, esta sencilla imagen puede describir el fado, una música del mundo nacida en Portugal.
En su esencia, canta al sentimiento, a los desengaños amorosos, a la añoranza de alguien que se fue, al día a día y a las conquistas. Y es que los encuentros y desencuentros de la vida son un tema de inspiración infinito.
Dicen que el fado es el fado, que sale de dentro del alma portuguesa y que no hay que hacer divisiones. Pero aun así, hay quien se arriesga a distinguir entre profesional y aficionado. El primero hace de la voz su forma de vida. El segundo, también conocido como vadio, tiene otras características, aunque la naturaleza nostálgica sea la misma. Ahora que está volviendo a aparecer en los barrios populares de Lisboa, al fadista nunca se le invita... se auto-invita y no tiene un repertorio establecido. En Coímbra, el fado tiene unas características particulares y lo cantan los estudiantes.
En 2011, el fado, como canción urbana de Lisboa, símbolo distintivo de la ciudad y del país, recibió la distinción de Patrimonio de la Humanidad concedida por la UNESCO.
Para saber todos sus detalles, lo mejor es visitar el Museo del Fado, situado en Alfama, uno de los barrios históricos de Lisboa. Gracias a sus amplios fondos, fruto de centenares de donaciones, podemos conocer la historia del fado desde el primer cuarto del XIX hasta la actualidad.
También en Lisboa, cerca de Madragoa, se encuentra la casa en la que vivió Amália, actualmente transformada en museo. Fue la más carismática de las fadistas y la que internacionalizó el fado llevándolo a las grandes salas europeas. Con una gran presencia escénica y un conocimiento innato del espectáculo, a ella debemos la imagen del clásico vestido negro con chal.