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Miradores: las vistas más bellas de Portugal

Mosteiro da Serra do Pilar
Lugar Vila Nova de Gaia
Foto: Cristobal Prado
Foto: Cristobal Prado

Portugal por... Condé Nast Traveler

Si algo tiene Portugal son vistas. Desde los tranquilos miradouros de Lisboa a los salvajes horizontes de la costa lusa, paisajes que enamoran al primer vistazo. En castillos y montañas, acantilados y 'pueblitos', Portugal se deja mirar, así que no te cortes, mírala fijamente y disfruta de su bonita cara.


Santuario de Santa Luzia Viana do Castelo 
Sobre el monte Santa Luzia, inspirado en el Sacré-Coeur de París, se levanta un templo neobizantino dedicado a la misma santa, que es el punto perfecto para disfrutar de una puesta de sol única sobre el estuario del río Lima, sus playas y la preciosa ciudad de Viana do Castelo. Sube a su cúpula para dominar el panorama a vista de pájaro. Y si lo que quieres es captar el momento con el templo protagonizando la postal, debes sumar algo más de altura para conseguir la fotografía perfecta. Mientras esperas la luz adecuada, tómate un buen vino en la Pousada, también con vistas. Imposible cerrar un día con mejor perspectiva.

Vistas de Oporto desde el convento de la Serra do Pilar en Vila Nova de Gaia
El perfil más reconocible y encantador de Oporto se obtiene desde Vila Nova de Gaia, cuajada de bodegas y encantadoras terrazas. A este lado del Duero es desde donde se obtienen las mejores vistas de la ciudad, con todas sus bellezas al descubierto. Justo en el mirador del convento de la Serra do Pilar, con cierta altura, dominan el paisaje el maravilloso puente de hierro de Luis I, símbolo de la ciudad, y el casco viejo de Oporto, con su catedral y la Torre dos Clérigos despuntando sobre el cielo. Date tu tiempo, y disfruta de esta panorámica, mientras el río sigue su curso hacia el Atlántico.

Castillo de Monsanto
Monsanto es un ‘pueblito’ del interior de Portugal, con un castillo con historia y una ubicación privilegiada a 758 metros de altura sobre el llamado Cabeço de Monsanto. Las vistas que se alcanzan desde el punto más alto de la fortaleza de Monsanto y su mirador sobre las piedras de la ladera, hablan del espíritu rural luso, por algo es conocida como ‘la aldea más portuguesa de Portugal’.

Miradouro São Pedro de Alcântara, Lisboa
El miradouro de São Pedro de Alcântara es un balcón con vistas a la Baixa, el centro de Lisboa, y a la ladera que sostiene el castelo de Sâo Jorge. Llega hasta él con el funicular de la Glória, que salva la distancia entre la Praça dos Restauradores y el Barrio Alto. Fue el rey Pedro V quien transformó los terrenos destinados a la ampliación del Aqueduto de Águas Livres en este jardín a dos alturas, salpicado de esculturas y monumentos dedicados a numerosos prohombres lusos. Un panel de azulejos, de qué si no, indica justo en la barandilla del nivel inferior cuáles son los puntos que debes buscar en la panorámica.

Castelo de São Jorge, Lisboa
El nombre del castillo de Lisboa se lo dio el rey João I, que casado con la princesa inglesa Filipa de Lancaster, decidió ponerlo bajo la protección del santo patrón de Inglaterra. Muchos suben hasta él para recorrer su laberíntico complejo, primero visigodo, luego árabe y después cristiano. Más son sus murallas y torres las que lo han hecho célebre entre los buscadores de ‘vistazas’. Así, este mirador fortificado se asoma con descaro a la Baixa, al Barrio Alto y al río Tajo, en una de las mejores panorámicas de la ciudad.

Mirador de Santa Luzia, Lisboa
Los tejados de Alfama y el estuario del Tajo copan las vistas desde el lisboeta miradouro de Santa Luzia. Junto a una iglesia dedicada a la orden de Malta, es en su descuidado jardín donde se abre a la ciudad en forma de terraza este mirador, encima de lo que fue en su día parte de la muralla árabe. Cientos de azulejos revisten sus muros y barandas, y pese a que son eclipsados por la increíble panorámica de la ciudad, ellos también poseen vistas. Justo los dos que se sitúan a la salida del jardín muestran el panorama de la ciudad dominado por el Castelo de Sâo Jorge y la  Praça do Comércio antes del terremoto de 1755, cuando era conocida como Terreiro do Paço. Fíjate en ellos cuando estés frente al perfil de Lisboa en este mirador.

Castelo dos Mouros, Sintra
Los desgastados muros del Castelo dos Mouros serpentean por los altos del parque da Pena. Apostados sobre riscos que miran al vacío, los torreones y atalayas se suceden en un camino que culmina después de 500 escalones en la torre del homenaje, desde donde la Serra de Sintra, la ciudad y las villas que salpican el paisaje que rodea la fortificación, y en días claros el azul del Atlántico, quedan al descubierto. Con esta panorámica, la escalada a través de los muros del castillo, que suma ya más de mil años, queda recompensada con creces. Tómate tu tiempo, y piensa en tu gran frase, pues no fueron pocas las celebridades que quedaron prendadas del perfil que se gasta esta fortaleza musulmana y de la ciudad a la que espía y lanzaron una al viento. Como Richard Strauss, que dijo que Sintra contaba con un castillo digno del Santo Grial, o Lord Byron, que definió la ciudad como un glorioso edén, afirmando que era el pueblo más delicioso de Europa.

Palacio da Pena, Sintra
Estas vistas tenían los reyes en sus días de asueto. En el pasado, monarcas y nobles lusos pasaban el verano en estas tierras, con un clima más fresco que la cercana Lisboa y unas vistas mucho más idílicas y misteriosas. El palacio da Pena se eleva en un promontorio sobre la Serra de Sintra, cuajada de frondosos bosques y villas señoriales es una especie de faro de mil colores despuntando sobre el verde. Es toda una rareza arquitectónica, con extravagancias en piedra y azulejo y toda clase de caprichos, como el llamado pórtico do Tritão, labrado en piedra en forma de conchas, corales y vides simbolizando la unión entre la tierra y el mar. Una serie de miradores rodean sus muros y torreones, desde los que se obtienen espectaculares vistas de la ciudad y del paisaje que la rodea, llegando a alcanzar el mar en días claros. El encanto del lugar lo pone la suma de cada panorámica y el sentimiento que despierta el perfil del castillo, cambiante a cada paso. Sin duda, un imprescindible de Portugal.

Cabo da Roca, Sintra
Este promontorio, donde el Atlántico choca con todas sus fuerzas es, entre otras muchas cosas, un mirador natural abierto al mar de impresionantes hechuras, 140 metros de altura y ‘vistazas’ de 360º sobre el paisaje del Parque natural de Sintra-Cascais. Es el punto más occidental del continente Europeo y un hito marca en la roca el lugar exacto, con lo que además de la belleza de su entorno, el lugar está rodeado por un halo casi mágico por su significado. La oficina de Turismo ubicada en su bonito faro expide certificados que acreditan la llegada hasta estas coordenadas, un fin del mundo relativo donde la belleza del paisaje lo copa todo.

Terrazas de Marvão. Alentejo
Como otras ciudades fortificadas del Alentejo, como  Monsaraz o Mértola, el perfil de Marvão despega del suelo para subir a las alturas. Sobre un promontorio de 900 metros de altura se alza su castillo, conocido por estas tierras como el ‘nido de águilas’, desde donde se divisa una panorámica inigualable que aglutina en un vistazo la propia villa de Marvão, con sus casas encaladas y sus laberínticas callejuelas; el Parque natural de la Sierra de San Mamede, portento natural; los bosques de la sierra de Estrela y hasta Valencia de Alcántara, ya en tierras cacereñas, al otro lado de la frontera. Así, lo que antaño sirvió como valuarte defensivo, hoy muestra la belleza del interior de Portugal a vista de pájaro, o deberíamos decir de águila.


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