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Lisboa y Porto: 2 ciudades, 2 ríos

¿Dispone de pocos días y quiere conocer un poco de Portugal? ¿Por qué no empezar por las principales ciudades del país, a pocas horas de vuelo de las más importantes capitales europeas? Lisboa, una ciudad llena de luz, junto al río Tajo y el mar; o bien Oporto, que da nombre al famoso vino que nace en las laderas de otro río, el Duero.



Si se decide por Lisboa, la capital del país, empiece su visita en la Baixa Pombalina, el corazón de la ciudad, en donde encontrará la grandiosa Plaza del Comercio, que se extiende ante el río. Para disfrutar de las vistas, suba hasta el Castillo de San Jorge, al Elevador de Santa Justa o a los miradores de San Pedro de Alcântara y de Graça. Pruebe a dar un paseo en tranvía por los típicos barrios de Alfama y Mouraria, y déjese sorprender por las vistas de la ciudad y del río Tajo que descubrirá al doblar cada esquina, y por las propias melodías del fado.

También debería acercarse hasta Belém y saborear sus famosos pasteles, y visitar el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, que son, junto con el fado, Patrimonio de la Humanidad. Podrá conocer, además, el Museo de los Carruajes y el Centro Cultural de Belém, y, en el otro extremo de la ciudad, el Parque de las Naciones: un hermoso ejemplo de arquitectura moderna, con plazas, jardines y uno de los mayores oceanarios de Europa. Pero si busca diversión nocturna, quédese en esta zona que bordea el río, o vaya hasta el Bairro Alto.



Lisboa también es una buena ciudad para ir de compras.Las mejores tiendas se encuentran entre la Avenida da Liberdade y Chiado, en Príncipe Real y en los centros comerciales. En estas actividades, Oporto es una gran rival. Tanto en el centro —en donde destaca la Rua de Santa Catarina— como en Clérigos y el eje Boavista-Foz-Avis, podrá encontrar las tiendas más chic y las mejores marcas. Y en los alrededores, Gaia y Matosinhos completan la oferta. 

Oporto se encuentra en la región más antigua del país, y cuenta con una gran riqueza patrimonial. Destaca el centro histórico, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Descúbralo visitando monumentos de granito de aspecto austero e imponente, como la Catedral, la Torre de los Clérigos o el Palacio de la Bolsa o la Iglesia de San Francisco, que albergan en su interior una riqueza sorprendente. O paseando por la Ribeira castiza junto al río Duero. De aquí zarpan los cruceros que muestran la ciudad desde otro punto de vista. Pruebe a dar un paseo en uno de los barcos rabelos, antaño utilizados para transportar las barricas de vino desde las quintas de las laderas del Duero hasta las bodegas de Vila Nova de Gaia, una visita obligatoria para degustar este vino excepcional.



Conozca también edificios de diseño moderno, como la Fundación Serralves y la Casa de la Música, que cuentan con una programación cultural muy interesante. Y para disfrutar de unos momentos de pura relajación, nada como un paseo en tranvía hasta la desembocadura del río, o disfrtuar del atardecer en una terraza con vistas al río o al mar.


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