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La sierra de Arrábida y el estuario del Sado

Visão geral
Lugar Arrábida
Foto: José Manuel
Foto: José Manuel

Para no perderse
  • pasear en barco por el estuario
  • descubrir las playas de Arrábida
  • recorrer uno de los senderos de la sierra de Arrábida
  • deleitarse con un pescado a la parrilla recién pescado

Entre el azul del mar y el verde de la sierra, el Parque Natural da Serra da Arrábida es un excelente lugar para poner a prueba nuestra preparación física.

Situado junto al mar, el parque ofrece uno de los paisajes más deslumbrantes de la costa cercana a Lisboa. El punto más alto se encuentra en la sierra de Risco, una magnífica cumbre con 380 m de altura. Los paseos de orientación o en bicicleta son una buena sugerencia para conocer este lugar ejemplar, de pura vegetación mediterránea del país. Podemos escoger el nivel de dificultad más adecuado y hasta se pueden realizar recorridos nocturnos.

Como una muralla verde que cae en picado sobre el Atlántico, la sierra protege pequeñas ensenadas de arena blanca y, a pesar de encontrarse a las puertas del océano, el mar aquí apenas tiene olas.

Portinho da Arrábida es una de las playas más bonitas y un buen lugar para la práctica del submarinismo, con fauna y flora únicas que pueden descubrirse en las limpias aguas de Pedra da Anixa, un islote situado frente al arenal. Podrá saberlo todo en el Museo Oceanográfico, situado en la Fortaleza de Santa María da Arrábida. Galapos, Galapinhos y la escondida playa de Coelhos son otras de las playas de este paisaje protegido que merece la pena explorar. La playa de Figueirinha es una de las más concurridas.



La Reserva Natural do Estuário do Sado tiene otros atractivos. Ya sean los delfines que nos acompañan en los paseos en barco o el hecho de que se trata de un lugar especial para la observación de aves, con más de 250 especies que se pueden avistar. Moinho de Maré da Mourisca es uno de los mejores sitios para tal fin.

Para desvelar los secretos mejor guardados del Sado, le sugerimos un paseo a vela en los galeones de la sal, embarcaciones tradicionales que recorren el río hasta Arrábida, o, incluso en una trainera. El contraste entre el blanco de las salinas, el azul del río, el verde de los pinos y el dorado de la arena nos garantiza disfrutar del tiempo que allí pasemos.

En otoño y en invierno, los flamencos cubren el estuario con un manto rosado y, en primavera y verano, los kilómetros de playas de la península de Troia nos ofrecen un refugio contra la rutina. Las cigüeñas blancas que construyen sus nidos en las iglesias y en las chimeneas más altas son una presencia familiar y habitual para la población local.

En esta región, los hombres siempre han seguido el curso del río Sado —que fluye de sur a norte, al revés de lo que suele ser habitual en Portugal— para aprovechar las dádivas de la naturaleza desarrollando actividades como la pesca, la explotación de la sal o el cultivo del arroz.

Con suerte, nos alegrará el paseo el símbolo del estuario, los delfines, que nos acompañan con magníficas zambullidas. Si busca un punto de vista diferente, un viaje en globo aerostático es una excelente sugerencia y una experiencia inolvidable.


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