San Miguel, la isla verde

La isla de San Miguel es la más grande de las Azores, formando el Grupo Oriental del archipiélago junto con la isla de Santa Maria, situada a 81 km de distancia.
Empezó a poblarse en 1444 en Povoação y después en Vila Franca do Campo, la primera capital de la isla, que más tarde pasó a ser Ponta Delgada y que actualmente es también la sede del Gobierno Regional de las Azores.
Inclinada alrededor de una bahía natural, la ciudad de Ponta Delgada posee una rica historia y patrimonio arquitectónico. Las Puertas de la Ciudad son el ponto de partida perfecto para a explorar de la ciudad. Estas se identifican rápidamente por sus tres arcos que unen la zona marginal y la Plaza de la República. Préstese atención a la arquitectura típica, en la que resalta el contraste entre el blanco de las paredes y los detalles en basalto, embellecida con barandas de hierro enrejillado. Sus monumentos más emblemáticos, son la iglesia matriz de San Sebastián, del siglo XV, la Iglesia de San José y la de San Pedro, el Convento y Capilla de Ntra. Sra. de la Esperanza (es aquí donde se venera la imagen del Señor Santo Cristo de los Milagros), el antiguo Colegio de los Jesuitas, el Palacio de Sant’Ana (donde está instalada la Presidencia del Gobierno Regional), el Museo Carlos Machado, el Fuerte de San Blas, la Casa Consistorial, así como el renovado Coliseo Micaelense y el bien conservado Teatro Micaelense, entre otros.
En un paseo marítimo hasta Marina encontramos las “Puertas del Mar” donde, además del muelle de cruceros, podemos disfrutar de una piscina oceánica y de una zona con diversos bares y disfrutar de momentos muy agradables de ocio.
Pero para descubrir la llamada “isla verde”, tenemos que salir de la capital y encontrar la auténtica naturaleza. Esta isla montañosa, compuesta por dos macizos volcánicos separados por una cordillera central de baja altitud, tiene como punto más alto, el Pico da Vara a 1105 m, que se sitúa en el macizo oriental.
Salimos en dirección occidental, junto a la costa, pasando por Relva y Feteiras, siempre rodeados de verde y con el mar como telón de fondo. Comenzamos mientras tanto la subida hacia la emblemática Laguna de las Siete Ciudades, alcanzando el mirador “Vista do Rei”. Desde aquí podemos admirar toda la belleza del cráter gigante, en cuyo fondo coexisten las lagunas Verde y Azul unidas por un puente de arcos, que, según reza la leyenda, tuvieron su origen en las lágrimas de una princesa y de un pastor unidos por un amor imposible. Pero en San Miguel residen las grandes Lagunas de las Azores, y por eso el encanto continúa después, allí al lado, en las Lagunas Santiago, Rasa, Canário, Éguas, Empadadas, Caldeirão grande y Carvão.
Desde aquí salimos rumbo a Ponta da Ferraria, donde la madre naturaleza se encargó de calentar el agua del mar con aguas termales volcánicas, ofreciendo una talasoterapia atlántica en un ambiente natural único o, si lo preferimos, en las modernas Termas de Ferraria. Un poco más adelante, llegamos a Mosteiros, donde vale la pena admirar la bahía y los cuatro islotes que dieron su nombre a la localidad. La Ponta da Bretanha marca el cambio de recorrido hacia la costa norte, donde encontraremos la ciudad de Ribeira Grande, la segunda más grande de la isla de S. Miguel, construida sobre una pequeña colina en torno a la Iglesia Matriz de Ntra. Sra. de la Estrella y de la Casa Consistorial, con bellas casas solariegas, molinos, iglesias y jardines, y, además, el complejo de Piscinas Municipales de Poças, situado justo junto al mar.
Teniendo como próxima parada la Laguna de Fogo, seguimos en dirección al interior de la isla subiendo la sierra de Água do Pau, y hacemos una parada en la Caldeira Velha. Su pequeño lago de aguas templadas, envuelto por una frondosa mata de helechos, invita a darse un baño reparador. Al llegar a la Laguna de Fogo, uno de los ex-libris de la isla, nos dejamos deslumbrar por sus diferentes matices de azul y por la vista deslumbrante que se prolonga hasta el océano.
Descendemos en dirección a Lagoa donde podemos visitar la Fábrica de Cerámica con sus típicos azulejos, y más adelante Caloura, con su pintoresco puerto de pesca artesanal “protegido” por el Fuerte de Ntra. Sra. de la Concepción, su Convento y su ensenada, que invitan a hacer una parada de reposo. Ya en Vila Franca do Campo, no podemos dejar de visitar el Islote da Vila, Reserva Natural con una bellísima piscina a cerca de 1 km de la costa, accesible de junio a septiembre a través de conexiones en barco desde el muelle Tagarete, ni dejar de probar las famosas Queijadas da Vila. Cerca de este pueblo, la Laguna de Congro, merece una visita.
Ya en la zona de Furnas son varios los atractivos para visitar. El Vale das Furnas, con sus fumarolas (calderas), de agua caliente, barro, aguas medicinales y más de veinte nacimientos termales que hacen que sea una de las mayores hidrópolis del mundo. La Poça da Beija, es conocida por las piscinas de agua cristalina y barro tonificante. Junto a la Laguna de Furnas, la ermita de Ntra. Sra. de la Victoria y la zona donde se elabora el "cozido nas caldeiras" aprovechando el calor de la tierra. El Parque Terra Nostra es uno de los más bellos jardines de S. Miguel del siglo XVIII, con un lago-piscina de agua termal férrea y “dominado” por la imponente Casa do Parque. Y para admirar las vistas, los miradores del Pico do Ferro y el del Salto do Cavalo.
De vuelta a la costa, podemos ir hasta Ribeira Quente con su Playa do Fogo de aguas tibias o seguir en dirección al pueblo de Povoação, lugar de asentamiento de los primeros pobladores de la isla y rodeado por sus siete colinas. A partir de aquí entramos en el municipio de Nordeste, donde el relieve es más accidentado y escarpado, pero lleno de una vegetación exuberante, que invita a explorar los diversos senderos pedestres que existen aquí. Sus muy bien cuidados y floridos miradores obligan a hacer diversas paradas, como por ejemplo, en los miradores de Ponta da Madrugada, de Ponta do Sossego, del Salto da Farinha y de Ponta do Estorninho, entre otros. A quien le guste la observación de aves, debe visitar el Centro Ambiental de Priolo.
Después de pasar Nordeste y ya en la costa norte de la isla, continuamos nuestro itinerario parando en Gorreana y Porto Formoso, para observar la cultura del té y visitar las respetivas fábricas. Un poco antes de llegar de nuevo a Ribeira Grande, hacemos una última pausa para admirar las vistas desde el mirador de Santa Iria y, a continuación, cogemos la vía rápida de regreso a Ponta Delgada.