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Isla de Flores

Vista Panorámica
Lugar Ilha das Flores nos Açores
Foto: Paulo Magalhães
Photo: Paulo Magalhães

Para no perderse
  • visitar el Centro de Interpretación Ambiental de Boqueirão

Integrada en la red mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO, la isla de Flores, el territorio más occidental de las Azores y de Europa, cuenta con paisajes que son verdaderos paraísos. Esta isla forma el Grupo Occidental del archipiélago de las Azores junto con la isla de Corvo.

Si existen lugares privilegiados por la naturaleza, la isla de Flores es uno de ellos, y, a sus 141,4 km2 de superficie repartidos en 2 municipios, el de Santa Cruz y el de Lajes, hay que sumar la simpatía de la población, que la convierten en un destino obligatorio en las Azores.

Se cree que su descubrimiento, alrededor de 1452, se debe al navegante Diogo de Teive y, aunque inicialmente se denominó isla de São Tomás o de Santa Iria, al poco tiempo se le cambió el nombre por el de Flores, debido a la abundancia de flores amarillas, los cubres, que recubrían toda la isla.

Caracterizada por una costa muy recortada y extremadamente escarpada, Flores está marcada por el agua: cascadas, lagunas, ríos y pozos forman un catálogo de experiencias inolvidables que parecen concentrar en ellas toda la belleza natural que se encuentra dispersa en las otras islas del archipiélago.

Debido a sus pequeñas dimensiones no resulta difícil recorrer toda la isla y una buena sugerencia para comenzar a descubrirla es empezar el día con un paseo en barco, desde el que podremos disfrutar de una vista diferente con estructuras rocosas y grutas sorprendentes. Es el caso del Arco de Santa Cruz das Flores o del islote de Maria Vaz, solo visibles desde el mar. Y también de la gruta de Enxaréus y de la de Galo.

Baía de Alagoa, formada por un conjunto de islotes y arrecifes, resulta perfecta para practicar submarinismo, especialmente en Baixa do Amigo, Ponta da Caveira y en el islote de Garajau, en el cual es habitual la presencia de meros. También podemos pescar en las rocas, en el mar o en los ríos, en los que abundan las truchas. El barranquismo también es una excelente oportunidad para explorar esta isla. Los mejores lugares para practicarlo son Ribeira de Algares, Ribeira do Cabo, Ribeira dos Mosteiros y Ribeira do Monte Gordo.

De regreso a tierra aprovechamos para relajarnos un poco en las piscinas naturales. Podemos optar por las de Santa Cruz o por las playas junto a Lajes das Flores. Si buscamos algo más “salvaje”, debemos decantarnos por las pozas que se forman en la base de las cascadas que abundan en la isla. No se pierda la de Ribeira Grande, con una caída de agua de 300 metros, ni la de Poço do Bacalhau, con 90 metros de altura.

Al recorrer los diversos senderos de la isla, se pueden observar las diferentes aves migratorias que por aquí vuelan, ya que Flores es uno de los mejores destinos de las Azores para la observación de aves, especialmente en Lagoa Branca, en la zona central de la isla. Los mejores meses para esta actividad van de septiembre a noviembre.

A la hora de comer hay que disfrutar de los platos típicos de la isla: la linguiça com inhames (longaniza con ñames), la sopa de berro y los abundantes pescados y mariscos acompañados de queso de la isla y vino de la región.

Por la tarde aprovechamos para visitar la zona central de la isla, en la que existen siete cráteres volcánicos que se transformaron en bellas lagunas dando lugar a un magnífico paisaje. Entre ellas merece especial mención Lagoa Funda, con 105 metros de profundidad. Las otras seis —Branca, Seca, Comprida, Rasa, Lomba y Funda das Lajes— son igualmente bellas y bien merecen una visita

Durante el paseo por tierra, uno de los monumentos naturales más famosos de las Azores es Rocha dos Bordões. Se trata de una serie de grandes columnas verticales de basalto que, en conjunto, recuerdan a un gigantesco órgano de tubos.

Tampoco se pierda la vista que ofrece Morro Alto, el punto más elevado de la isla con 911 m de altitud, desde donde se divisa un paisaje de un verde intenso, en el que todavía está presente el bosque nativo de laurisilva.

En Flores también se encuentra el punto más occidental de Europa, el islote de Monchique, que, en los tiempos de la navegación astronómica, servía como punto de referencia para el cálculo de las rutas y la comprobación de los instrumentos náuticos.

En Santa Cruz das Flores, podemos visitar la Iglesia Principal de Nuestra Señora de la Concepción, que destaca de entre los demás edificios por su grandiosa fachada, y la céntrica Praça do Marquês do Pombal con su vistoso Imperio, una capilla dedicada al Espíritu Santo. También cabe destacar la Iglesia de San Buenaventura y el Museo Regional de las Flores que engloba el Museo Etnográfico y la Casa Museo Pimentel de Mesquita.

En Lajes das Flores, destaca la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, desde la que se divisa el puerto y parte de la población, y desde la que se puede salir a descubrir los imperios, las casas de cantería de basalto y el puente de 1743 sobre Ribeira dos Morros.

La animación de Flores alcanza su punto culminante durante las Fiestas del Espíritu Santo, que tienen un profundo significado también en esta isla, así como durante las fiestas de Santa Cruz y en la fiesta del Emigrante, en Lajes.

Si quiere llevarse un recuerdo de este viaje a casa, los encajes y los bordados, las mantas tejidas en antiguos telares y las flores de tallo de hortensia son buenas opciones.



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