Por una cuestión de fe o por el simple placer de descubrirlos, en Portugal encontramos varios motivos de visita y celebración religiosa, y otros tantos recorridos de búsqueda interior.
Portugal, la nación más antigua de Europa, con fronteras definidas desde el siglo XII, está formado por un territorio conquistado a los moros que aquí vivían en aquel momento. En ese esfuerzo de reconquista cristiana, los reyes portugueses contaron con la ayuda de los movimientos de las Cruzadas, especialmente de los Caballeros del Temple. Por eso es un país tradicionalmente católico y, aún hoy, muchos templos y cultos religiosos se sumergen en las raíces históricas de la fundación de la nación. El culto mariano es uno de esos ejemplos y aquí encontramos numerosos santuarios marianos y diversas formas de veneración de la Virgen María. Pero Fátima, lugar donde se produjeron las Apariciones de la Virgen a los tres pastorcitos en 1917, es, sin duda, el lugar sagrado más importante del país. Es una tierra de gran espiritualidad, conocida como la Ciudad de la Paz, a la que nadie, creyente o no, permanece indiferente.
En honor a la Virgen y a muchos otros santos, muchas devociones se manifiestan en fiestas, romerías y peregrinaciones de gran significado popular. Es el caso de las Fiestas de la Señora de la Agonía, en Viana do Castelo, de las peregrinaciones en el entorno de Braga (a Nuestra Señora de Sameiro, al Santuario de San Benito de la Puerta Abierta y al de Nuestra Señora de la Abadía), al Santuario de Nuestra Señora de la Peña en Guimarães o a Nuestra Señora de los Remedios en Lamego, solo por mencionar las más concurridas del norte del país. Más hacia el sur se mencionan las Fiestas de la Reina Santa en Coimbra, las romerías y procesiones a Nuestra Señora de Nazaré y a Nuestra Señora del Cabo (cabo Espichel, Sesimbra), al Santuario de Nuestra Señora de Aires, cerca de Viana do Alentejo y al Santuario de Nuestra Señora de la Concepción, en Vila Viçosa también en el Alentejo. Ya en el Algarve cabe mencionar en particular las Fiestas de la Madre Soberana, en Loulé, tal vez la mayor manifestación religiosa al sur de Fátima.
Por una cuestión de fe o por el simple placer de descubrirlos, en Portugal encontramos varios motivos de visita y celebración religiosa, y otros tantos recorridos de búsqueda interior.
Portugal, la nación más antigua de Europa, con fronteras definidas desde el siglo XII, está formado por un territorio conquistado a los moros que aquí vivían en aquel momento. En ese esfuerzo de reconquista cristiana, los reyes portugueses contaron con la ayuda de los movimientos de las Cruzadas, especialmente de los Caballeros del Temple. Por eso es un país tradicionalmente católico y, aún hoy, muchos templos y cultos religiosos se sumergen en las raíces históricas de la fundación de la nación. El culto mariano es uno de esos ejemplos y aquí encontramos numerosos santuarios marianos y diversas formas de veneración de la Virgen María. Pero Fátima, lugar donde se produjeron las Apariciones de la Virgen a los tres pastorcitos en 1917, es, sin duda, el lugar sagrado más importante del país. Es una tierra de gran espiritualidad, conocida como la Ciudad de la Paz, a la que nadie, creyente o no, permanece indiferente.
En honor a la Virgen y a muchos otros santos, muchas devociones se manifiestan en fiestas, romerías y peregrinaciones de gran significado popular. Es el caso de las Fiestas de la Señora de la Agonía, en Viana do Castelo, de las peregrinaciones en el entorno de Braga (a Nuestra Señora de Sameiro, al Santuario de San Benito de la Puerta Abierta y al de Nuestra Señora de la Abadía), al Santuario de Nuestra Señora de la Peña en Guimarães o a Nuestra Señora de los Remedios en Lamego, solo por mencionar las más concurridas del norte del país. Más hacia el sur se mencionan las Fiestas de la Reina Santa en Coimbra, las romerías y procesiones a Nuestra Señora de Nazaré y a Nuestra Señora del Cabo (cabo Espichel, Sesimbra), al Santuario de Nuestra Señora de Aires, cerca de Viana do Alentejo y al Santuario de Nuestra Señora de la Concepción, en Vila Viçosa también en el Alentejo. Ya en el Algarve cabe mencionar en particular las Fiestas de la Madre Soberana, en Loulé, tal vez la mayor manifestación religiosa al sur de Fátima.
Además de estas, por todo el país se celebran muchas otras fiestas llenas de colorido, como las Fiestas de los Santos Populares que, en Lisboa, se celebran el 13 de junio, día de San Antonio, y en Oporto, el 24 de junio, día de San Juan. Por lo demás, San Antonio, con iglesia y museo muy visitados junto a la Catedral de Lisboa, es objeto de gran veneración no solo en esta ciudad, en la que nació, sino por todo el país.
Como se ve, en Portugal pueden recorrerse varios caminos de peregrinación, pero los que se dirigen a Santiago de Compostela y que, desde el siglo XII unen importantes centros religiosos, constituyen una de las señas más fuertes de la identidad cultural europea. Por eso, podemos unirnos a los peregrinos de todo o mundo que recorren el Camino Portugués (aunque exista más de un recorrido) para descubrir el patrimonio histórico y entrar en comunión con la naturaleza.
Pero aquí también vivieron muchos judíos desde la fundación del país, al que ayudaron a poblar, y, en particular, a partir de 1492, tras su expulsión de España. Actualmente encontramos el rastro de su presencia sefardí en muchos pueblos y ciudades, sobre todo en un eje paralelo a la frontera del centro de Portugal y norte del Alentejo. Escondida durante siglos, esa presencia sale ahora a la luz gracias al patrimonio histórico y cultural de una comunidad que realizó importantes contribuciones al desarrollo de la náutica, de la medicina y de la economía portuguesas.
Por todo el país, podemos visitar iglesias y santuarios que son auténticos museos de talla dorada, azulejería y arte sacro, verdaderos iconos de la cultura de un pueblo. Y podremos cruzarnos con otras devociones, ya que el país goza de una amplia libertad religiosa. Después de todo, las fiestas y los cultos religiosos también son un reclamo para viajar, y fomentan el enriquecimiento espiritual y cultural del visitante.